domingo, 16 de marzo de 2014

¿Existe el TDAH? (II)


Segunda parte de la versión completa del artículo publicado en retrones y hombre.
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PENSANDO EN VOZ ALTA 
  • ¿Por qué existe tanta diferencia en la prevalencia de personas diagnosticadas con TDAH entre unos países y otros, incluso entre unas consultas y otras del mismo país?
  • ¿Por qué este interés en hacernos dudar de nuestra “salud mental”, en quitarnos protagonismo y responsabilidad sobre lo que somos y lo que hacemos , en trasformar  nuestras cotidianas imperfecciones -que requerirán buenas dosis de voluntad, de aprendizaje, de errores, de paciencia y de trabajo personal-  en enfermedades que se habrán de curar principalmente con la pastilla de turno?
  • ¿Por qué este interés en que personajes históricos de la talla de Einstein, Galileo, Mozart, Rockefeller o Beethoven sufrieran de TDAH?¿Qué tipo de test,  pruebas biomédicas o  genéticas han podido completar con sus restos para afirmar esto de manera tan contundente? ¿De verdad estamos ante datos y profesionales serios?  ¿De verdad toman en serio y respetan a la población general y a los niños y adolescentes diagnosticados con TDAH y sus familias?
  • ¿Cómo afecta al diagnóstico y la prevalencia del TDAH este tipo de campañas, las informaciones que se difunden en medios de comunicación y  redes sociales, las explicaciones y creencias que sobre el trastorno acaban aprendiendo profesionales de la salud, padres, educadores y los propios niños y adolescentes?
  • ¿Hasta qué punto las campañas de difusión y de información sobre el TDAH no sólo informan o explican la enfermedad sino que además la van “inventando”, generando las condiciones perfectas para un sobrediagnóstico, con sus beneficios y daños colaterales para unos y otros? 
  •  En este tipo de trastornos,  a diferencia de lo que ocurre con lo que nos dice la lógica – es decir, ante un problema se busca la solución-, ¿qué viene antes el fármaco o la enfermedad? ¿Acaso se crean o diagnostican enfermedades mentales en función de las efectos potenciales que sobre el comportamiento demuestran tener algunas drogas psicoactivas sin que exista una prueba diagnóstica definitiva que justifique asumir el riesgo que implica la ingesta de dichos psicofármacos?
  • ¿Pasa o podría pasar algo así con otro tipo de enfermedades como la diabetes o la gripe  A?  ¿Acaso las enfermedades mentales y las físicas son entidades de naturaleza diferente y sin embargo se empeñan en explicarlas y tratarlas desde el mismo enfoque? ¿No será que  mientras la diabetes es una condición natural que no se ve afectada por las concepciones e interpretaciones que se tengan de la enfermedad, enfermedades mentales como el TDAH sería más bien una condición interactiva que sí se ve afectada por el conocimiento y las interpretaciones que padres, profesores, compañeros o el propio adolescente que la sufre tenga de ella?  Y si esto fuera así ¿no se debería realizar una aproximación y tratamiento diferente a las enfermedades mentales, en el que estuviera en el centro la persona, su contexto y su biografía y no el cerebro y su química?


REIVINDICAR EL SENTIDO COMÚN

 La psicología y la psiquiatría han alejado a los padres del sentido común y los han acercado demasiado a la trampa del cerebro , y al hacerlo así se están quedando sin un papel claro que representar. Los hijos no necesitan padres expertos en neurociencias, ni en diagnóstico diferencial.  Necesitan padres que tengan claro cuáles son sus valores, que sepan lo que quieren para ellos y sus hijos y cómo conseguirlo. Los padres por su parte necesitan profesionales que los liberen de la tiranía de los diagnósticos, profesionales que sepan escucharlos más allá de la literalidad de sus palabras, que sepan distinguir y atender adecuadamente al reto,  la ansiedad y las emociones enfrentadas que le genera un hijo que no atiende, que no obedece y los desafía continuamente. Los padres necesitan profesionales que les devuelvan la responsabilidad del desarrollo y la educación de sus hijos  y les den el apoyo y las habilidades necesarias para hacerlo.


Volviendo al tema concreto que nos ocupa en este artículo, creo que el caso del TDAH sirve para poner de relieve una realidad más amplia e importante: la patologización en exceso de la niñez y sus problemas. Los niños no son adultos en pequeño, su biografía no es nuestra biografía, ni sus responsabilidades, ni sus miedos, ni sus problemas son los nuestros. Sin embargo aumenta cada año el número de niños y niñas diagnosticados con problemas de ansiedad, TDAH o depresión, se les diagnostica bajo criterios similares al de los adultos y se les empieza a dar el mismo tipo de drogas para intentar solucionarlos. Tratar el sufrimiento psicológico de forma equivalente al físico, además de un gran negocio para las farmacéuticas, es una bomba de relojería activada por unos planteamientos sociales y profesionales tan ingenuos como irresponsables.  Que el DSM-V nos pille confesados.


Enlace a la primera parte de este post.

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