martes, 13 de septiembre de 2016

La felicidad perversa

Cuanto daño esta haciendo esta idolatría a la felicidad, ese canto de sirenas tan fácil  de vender y que tan bien encaja con el lenguaje común y las metáforas de la vida cotidiana. Cuanto daño esta obsesión por tener que tener nuestras emociones bajo control para ser felices,  por tener que pensar bien para sentirnos bien y tener que sentirnos bien para ser felices, por  tener que proteger a nuestros hijos de cualquier sufrimiento psicológico para que sean felices,...

Se me antoja reciente esta falsa antropología que pone a la felicidad en el centro y a la vez en la razón de ser de lo humano. Pero no siempre lo nuevo es sinónimo de lo bueno. Necesitamos el llanto, necesitamos nuestras derrotas memorables y el dolor de los recuerdos que nos queman  para estar sanos, para vivir una vida plena, para ser lo que quiera que seamos.  ¿Cómo podemos extirpar todo esto a nuestro antojo sin dejar de ser quienes somos? ¿Cómo podemos ser felices si estamos luchando continuamente contra nosotros mismos? Es esa guerra civil contra uno mismo, ese dolor sucio que provoca esta lucha por ser feliz a costa de nuestra vida (de nuestra historia, de nuestra biografía) el que nos hace sentirnos miserables y acaba con nosotros;  no el dolor limpio y digno, ni las lágrimas, ni los recuerdos del vivir difícil que muchas veces nos toca.

- "¿Porqué lloras Solón?", preguntaron unos desatinados a este sabio de Grecia. "¿Qué crees, que llorando lograrás resucitar a tu hijo muerto?"
- "Por eso lloro precisamente", respondió éste mientras continuaba en sus lágrimas.

Por favor, déjennos sufrir tranquilos para poder vivir felices.





"La felicidad perversa" aparece primero en Laboratorio.

Nota: La imagen es el cuadro "Dos figuras". Picasso, 1904.

2 comentarios:

  1. La felicidad en una abstracción tan falsa como inútil y no entenderlo impide comprender "la felicidad de Vivir", con todo lo que conlleva.

    Refrescante apunte Manuel. Un abrazo.

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  2. Claro Isabel, cómo cambia su significado con ese “de vivir” al lado. La felicidad a secas es un mal objetivo para poder ser felices. La felicidad no es un estado, ni un lugar al que llegar, es un camino, y casi nunca despejado y recto. La entrada completa acabas de meterla en una frase en tu comentario :-)

    Un abrazo

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