domingo, 1 de diciembre de 2013

Liberarnos del mito de la normalidad

El contexto es el marco de referencia en el que cobran sentido las varas de medir. No es igual tener 5 años y pesar 16 kg en España que en Etiopía. No es igual ser tetra en Barcelona que en Toledo, ni debe ser lo  mismo ser hijx de una mujer de 80 años y un alzheimer galopante en el año 2008 con los apoyos sociales y económicos que deberían corresponder según la “Ley de dependencia”, que en el año 2013, aplicada ya toda una tecnología financiera y lingüística inhumana y engañosa.

Somos lo que somos y lo que el aquí y el ahora nos permite. Limitar la discapacidad al cuerpo es exiliar a las personas de su ciudadanía, de los derechos y los deberes que tienen por el simple hecho de haber nacido. Cosificar la discapacidad es olvidarse del marco de relaciones de las que ésta depende, es responsabilizar en exclusiva a las personas de su situación y de las desigualdades que sufren; es ignorar a la persona, a sus capacidades y su biografía.

Analizar, legislar sobre discapacidad (igualdad) desde la pura economía y desde la pena y no desde los derechos humanos, es simple crueldad y una trampa que antes o después nos estallará en las propias manos. Los datos de nuestra balanza de pagos y la caridad pueden no ser más que una herramienta, una tecnología para juzgar el mundo y/o la vida de los demás, y casi siempre esconden en sus entrañas un sesgo ideológico, una predisposición a construir el mundo como una cosa en lugar de otra, a valorar unas realidades sobre otras. Al fin y al cabo tal vez sólo se trate de eso: de prioridades, de tomar decisiones que ya estaban tomadas y mostrarlas como si otro escenario no fuera posible.

Tal vez la situación que hoy tienen en nuestro país las personas con discapacidad, es el resultado de mirar desde la creencia de dos mundos separados,  de la existencia de distintas clases de humanos, de una torpe visión de lo que quiera que sea “lo normal” y sus consecuencias.

Tal vez haya que liberase del mito de la normalidad y aprender que sólo existen dos tipos de personas: las que tiene unadiscapacidad, y las que aún no han descubierto la suya.




Imagen: "El jardín de las delicias" Hieronymus Bosch (El Bosco) 

4 comentarios:

  1. La última frase me parece la mejor frase que he oído en muuucho tiempo. felicidades por tu trabajo

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    1. Muchas gracias por acercarte al blog y por tu comentario.
      Un saludo

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    2. Enhorabuena, magnífica reflexión

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  2. me ha traído hasta aquí tu carta en diario jaén, "Discapacitados Graves", me picó el gusanillo y ahora me alegro de haber buscado por la red y encontrarme con este blog. ENORME Manuel, por lo que escribes y trasmites

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